Desde hace unas dĆ©cadas, ha incrementado el deseo de entrenar el cuerpo fĆsico, de forma significativa. Desde los tiempos de Napoleón, quien inventó el bachillerato, vamos a la escuela a recibir conocimientos, y a la escuela superior a desarrollar talentos a travĆ©s de disciplinas profesionales, pero el entrenamiento de la mente cobró importancia hasta hace poco en occidente. Para entrenarla es necesario conocerla, entender cómo funciona y dónde estĆ”.
Somos seres multidimensionales, contamos con cuerpo fĆsico, emocional y mental, entre otros. La mente es trasversal al cuerpo, estĆ” en cada cĆ©lula, por minĆŗscula que sea. El órgano encargado de leerla y comunicar lo que hay en ella es el cerebro. Entrenarla nos permite vivir en libertad y felicidad.

Mente entrenada
La felicidad es una habilidad presente en el ser humano, y su concepto estÔ en los registros de ADN. Para desarrollar este talento, es necesario activarlos y reaprender, comprendiendo nuestros estados emocionales, esos que nos llevan a construir pensamientos. Para esto es clave el entrenamiento mental, que se puede hacer desde la prÔctica contemplativa de la meditación.
La meditación permite desarrollar cualidades esenciales como relajación, estabilidad y claridad. Médicamente demostrado, con el paso del tiempo, la corteza cerebral disminuye su grosor por desuso. Vivimos en automÔtico, asà que la usamos poco para leer e interpretar la mente.
No usar la corteza cerebral genera pérdida de memoria y dificultad de concentración, pero estÔ confirmado que la meditación pone en acción el neocórtex. Es como hacerse músico, deportista o profesional en una disciplina, se logra con la prÔctica y repetición de las acciones indicadas.
No es lo mismo pensar y sentir que ser consciente de lo que pienso y siento, vivimos instintivamente sin observar quƩ pensamientos estresantes son constantes en la mente y determinan la realidad que vivimos.
Entrenar la mente es como subir a una lancha y navegar saliĆ©ndose de la corriente del rĆo de la vida que yo mismo creĆ©, esa que me envuelve y aturde. La acción es sencilla, se trata de respirar, durante unos minutos al dĆa, colocando la atención en el aire que entra y sale por la nariz: es mĆ”s importante la calidad que la cantidad.
Con la prÔctica lograrÔs desarrollar la atención o consciencia plena, asà como el estado de autocontemplación, eligiendo el sistema de meditación apropiado y acorde a tu personalidad y necesidad.
La atención plena es estar presente en lo que hago, por ejemplo: ¿en qué piensas al cepillarte los dientes? Generalmente, pensamos en lo que hay que hacer luego, en el pasado, en lo que dije o no dije, etc., pero la atención plena es sentir la temperatura del agua, las cerdas de cepillo, la textura de la crema, en gratitud por tus dientes, por tu lengua, por tu boca.
La atención o consciencia plena permite estar en el presente constantemente: ”suelta el piloto automÔtico!, ten un cerebro en equilibrio y una mente en libertad.
Por Thatiana Salazar