¿Alguna vez te has preguntado por qué vives lo que vives hoy en tu vida? No es casualidad, tampoco es mala suerte ni destino caprichoso. Tus resultados actuales son la consecuencia de un tejido mucho más profundo: tus patrones de conducta y hábitos.
Y esos patrones no nacieron contigo, se construyeron. Vienen de tu manera de pensar. Ahora bien, la mayor parte de ese pensamiento opera en automático, de manera inconsciente. Y lo inconsciente no es otra cosa que un cúmulo de creencias heredadas, recibidas de tus padres, quienes a su vez recibieron las suyas de los suyos… y así sucesivamente hasta hundirse en las raíces de tus ancestros.
Lo que tienes en tu mente hoy es un banco de memorias heredadas. Y desde ahí actúas, creas rutinas, repites patrones, y terminas obteniendo los resultados que ves reflejados en tu vida.
La matrix y la ilusión de separación: Muchos dicen: “Yo nací en este siglo, hace 20, 30 o 40 años, y ya el mundo estaba hecho así: con su sistema financiero, educativo, religioso, político y de salud. Entonces, yo solo me adapté a lo que ya había”.
Es cierto que llegamos a una matrix ya construida. Pero esa matrix no surgió sola: fue creada por acción de algunos y por omisión de otros. Y aun cuando naciste dentro de ella, llegaste con libre albedrío, con la posibilidad de elegir, de comprender y de transformar tu experiencia.
Quienes creemos en la reencarnación entendemos incluso que no llegamos ingenuamente a esta realidad: la escogimos con conocimiento de causa. Esta vida también es una cosecha de elecciones de experiencias anteriores.
Sanar no es reparar, es dar luz: Aquí aparece un punto esencial: no venimos a reparar las historias del pasado, ni las propias de otras vidas, ni las de nuestro clan familiar. No es cargar con la culpa, ni pagar condenas ajenas.
Lo que se nos pide es más sencillo y más poderoso: Mirarlas con compasión. Reconocerlas como experiencias que muestran cómo no volver a hacer las cosas. Integrarlas para elegir actuar de otra manera. Eso es darles luz. Eso es reconciliar.
Porque si es verdad que “quien no conoce su historia está condenado a repetirla”, entonces quien la conoce y la abraza, se libera de repetirla.
Diferente, no necesariamente mejor: Actuar diferente no siempre significa que la nueva elección sea perfecta o superior. A veces simplemente es diferente, y con esa diferencia ya rompes la cadena del patrón. Y en esa ruptura se abre la posibilidad de expansión, de evolución y de conexión con tu verdadera fuente.
La invitación:
Tus resultados no son un castigo, son un espejo.
Míralos y pregúntate: ¿Qué patrón estoy repitiendo? ¿Qué creencia está sosteniendo este patrón? ¿De quién es esa creencia realmente? ¿Es mía o heredada?
Cuando decides dejar de mirar tus resultados como un destino fijo y los ves como un mapa para regresar a ti mismo, empiezas a recuperar tu poder de co-creación. Y desde ahí, ya no eres víctima de la matrix, sino arquitecto de tu propia realidad.
Thatiana Salazar-Ninew
